Una bomba llamada System of a Down [Increíbleee!!!]

Una bomba llamada System of a Down


Me lo habían anticipado y no se equivocaron: ver a System of a Down en vivo es demoledor, único e incomparable. Un golpe directo donde más duele de la manera más perfecta y a la vez delicada. Eso fue lo que demostraron estos cuatro descendientes de armenios, que es posible tocar 30 temas perfectamente en tan sólo dos horas y conquistar a más de 25 mil personas sin hacer uso de la clásica demagogia rockera.



Pero para entender toda esta efusividad uno tiene que empezar por el principio, y es ahí a donde nos dirigimos. Un GEBA lleno, repleto de personas ansiosas esperando por ver el debut de SOAD en nuestro país era lo que se podía ver promediando las nueve de la noche, hora en la que estaba pautado el show pero que por motivos desconocidos no se respetó –el show terminó empezando a eso de las nueve y media-.

Prison Song fue el tema elegido por el cuarteto para abrir el show, que después de amagar tres veces y esconderse detrás de un telón blanco y enorme aparecieron sobre el escenario y desataron el delirio de la gente.

Malakian tomó el micrófono y entonando Soldier Side demostró por primera vez en la noche que además de un gran guitarrista es un excelente cantante –ritual que se repetiría el resto de la noche en varias ocaciones-. Al igual que en el aclamado Mezmerize, el tema sirvió de introducción para que las bolas de boliche cayeran y GEBA se transformara en una disco mientras B.Y.O.B. sonaba de fondo y la gente, como repitió Serj Tankian en varios momentos, “pasaba un buen momento” (“Everybody is having a good time in Bs As”).

Esto era sólo el principio. De hecho, la banda recién estaba calentando. Revenga y Needles tuvieron como espectador de lujo a un tren que decidió dejar de lado su rutina por un rato y se paró –literalmente- para poder disfrutar la potencia de System en vivo.

La maquinita empezaba a entrar en calor y el motor quería alcanzar su máxima potencia. Hay que tener en cuenta que este barco sólo tiene cuatro comandantes. Sí, leyeron bien, cuatro. Todo el sonido que sale desde los parlantes está hecho nada más y nada menos que por cuatro tipos que vuelcan toda su energía y rabia arriba del escenario, y logran con lo básico –guitarra, batería, bajo y voz- llegar al límite, a lo más alto.

Hipnotize y Psycho –que incluyó un gran solo con baile incluido de Daron que terminó en una profunda y fuerte ovación del público- fueron sólo algunos de los temas que sonaron en la primera parte –si uno tuviera que dividir el show en dos, aunque en este caso fue todo tan rápido y tan directo que no es fácil poder encontrar ese punto-.

La dulce y poderosa Chop Suey estuvo pegada a la épica y solitaria Lonely Day con luces bajas y con la voz de Daron nuevamente como protagonista.

Durante todo el show, Shavo Odadjian y John Dolmayan demostraron su química arriba del escenario manteniendo bases perfectas y cambios de ritmo exorbitantes. A su vez, los dos frontmans del grupo hicieron de las suyas y dejaron bien en claro porque hoy son considerados como unas de las voces de la nueva generación.

Antes del final llegó un derrotero de temas impecables en el que sonaron Science y su tremenda introducción, Holy Mountains con la mirada consciente sobre el mundo en que vivimos, Aerials con 25 mil personas haciéndole el coro a Serj y las poderosas Vicinity of Obscenity –donde Tankian lució su impresionante rango vocal- y Cigaro.

No hubo bises, por eso cuando los clásicos Toxicity y Sugar –las dos canciones con las que venían cerrando la gira- empezaron a sonar, todos sabíamos que el sueño de ver a System of a Down en vivo empezaba a terminarse, a desintegrarse poco a poco. El demente e inquietante riff de Sugar hizo que literalmente todos empezáramos a rezar y deseáramos por un instante estar del lado de ellos, ser parte de ése oscuro ejército de cuatro desquiciados hijos de armenios que llevan de bandera una herencia llena de sangre y dolor.

Una vez más Buenos Aires se tiñó de negro y disfrutó de una verdadera sinfonía de metal. Dos horas en las que System recorrió gran parte de su historia, de principio a fin y dejándonos a todos extasiados y satisfechos. Ahora sí, puedo asegurarlo, System en vivo es demoledor.

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