Dirigentes argentinos quieren que a Argentina le vaya mal en la Copa América

BUENOS AIRES -- Las cosas no están tranquilas para el presidente de la AFA y vice de la FIFA, Julio Humberto Grondona, quien viene a los tumbos tanto en la lucha política interna como en el prestigio que supo construir en el Exterior.

Por aquí acaba de sufrir hace no más de dos semanas dos embates furiosos de dos glorias del fútbol argentino: Diego Armando Maradona y Daniel Alberto Passarella.

Ambos, al menos para el gusto de quien firma esta columna, equivocaron el foco de sus quejas, las que deberían apuntar a la gestión deficiente de más de 32 años que Grondona lleva al frente de la AFA.

Sin embargo, Maradona disparó sobre una supuesta cobertura para un caso de doping en el partido por el repechaje entre Argentina y Australia, en el '93. Y Passarella le pidió la renuncia a Grondona por el arbitraje de Patricio Loustau en el partido que Boca le ganó a River por 2-0.

Lo de Maradona, más allá de autoincriminarse por un doping (llamado "café veloz" por el siempre creativo Maradona), deja entrever toda la gama de acuerdos y cosas que se manejan por debajo de la mesa desde la FIFA. Grondona admitió que en ese partido no se hizo doping y fue mucho más específico: "Fue para proteger a Maradona", dijo, para luego agregar: "Quien sabe si equivocadamente, con el temor de que pudiera pasar alguna cosa, traté de que en el último partido no hubiera el (control de) doping porque venían los jugadores que no los tengo en mi país y uno no puede saber qué toman y qué dejan de tomar". Con lo que dejó abierta la puerta para suponer que tranquilamente pudo haberle soltado la mano, como denunció Maradona, en el caso de doping del Mundial 94. Para ser más claros: aquel que "protege" también puede "dejar de proteger". El que es capaz de "cuidar", también puede "descuidar".

Lo más extraño del mundo es que desde la FIFA no se le haya, por lo menos, llamado la atención a Grondona, ya que es inadmisible que un vicepresidente de la entidad, y por otra parte sospechado de haber sido sobornado para votar a favor de la candidatura de Qatar como organizado del Mundial 2022, admita que encubrió un posible caso de doping. Blatter y la FIFA, evidentemente, también están haciendo agua en un momento en que las denuncias por corrupción están demoliendo las hasta ahora sólidas bases de Zurich. ¿Blatter será capaz de inmolarse por Grondona? ¿No habrá llegado la hora de soltarle la mano a un dirigente que hoy por hoy le está creando más problemas de imagen que cualquier otra ventaja?

El pedido de renuncia de Passarella como bien dijeron los periodistas y amigos Daniel Arcucci y Pablo Cheb Terrab, casi simultáneamente en televisión y twitter, es un caso similar a la detención de Al Capone -allá por 1927- por evasión impositiva.

Al mismo tiempo, Grondona está soportando por primera vez el embate de un dirigente local -y empresario-, Daniel Vila, quien lleva adelante desde su multimedio una intensa campaña en contra de Grondona y a favor de su candidatura como presidente de AFA.

Daniel Vila, presidente de Independiente Rivadavia de Mendoza, además, impulsa junto al diputado oficialista Gerónimo Vargas Aignasse, la llamada Ley de Democratización del Fútbol, la que por ahora está cajoneada en la comisión de deportes de diputados.

En octubre se realizarán elecciones en la AFA y Grondona ya anunció que irá por la relección (sería la octava), para así completar un período entre 1979 y 2015.

Quien firma esta columna supone, contrariamente a la mayoría de los analistas, que Grondona está atravesando los últimos meses de su mandato y que no será reelegido en octubre. ¿Cómo ocurrirá eso? Grondona está siendo acosado por demasiadas denuncias y de diferente índole. Según se sabe, también es compleja la amenaza de Daniel Vila, quien estaría dispuesto a recurrir a la Justicia con tal obtener una votación más democrática en octubre, por lo que ya está en marcha un plan de transición ordenada. Grondona quedaría como presidente honorario de la AFA, sin poder fáctico en el fútbol local, pero como una suerte de embajador itinerante y con cobertura frente a futuras denuncias que podrían recaer en la justicia. Se buscaría así un candidato de consenso, para anular los embates de Vila, quien tampoco -con razón- es visto como un ser democrático y plural.

El último empujón para Grondona llegaría si a la Selección argentina no le va bien en la Copa América que está empezando en julio. Un mal resultado potenciaría la bronca que ya existe contra el veterano dirigente. Passarella, Maradona y otros tantos dirigentes que por ahora prefieren mantenerse al margen de la disputa pero que saltarán de vereda ni bien vean la oportunidad, tal vez por primera vez en sus vidas, están más afines a celebrar los goles de Brasil que los de Argentina. Es triste, pero es así.