Juan Román Paredes

El pibe de 18 años fue el elegido por Bianchi para llevar la emblemática camiseta 10. “Ya me la pidieron todos mis amigos”, cuenta con alegría el sucesor de Riquelme.

La mira. La toca. La muestra. Se da vuelta.

Tiene 18 años y un futuro tan grande que no alcanza toda esta página para dimensionarlo.

Posa para Olé en un balcón del hotel Amaike y dice: “Es una responsabilidad muy linda”.

Y sí, Leandro Daniel Paredes, te tocó a vos. A vos que naciste cuando Maradona jugaba el Mundial 94, a vos que acumulás 20 partidos en Primera, a vos que te divertís con la Playstation, a vos que hacés firuletes con la facilidad que Schiavi la tiraba a la tribuna, a vos que exhibís el gen futbolero argento en cada jugada, a vos que te dejaron afuera del Sudamericano Sub 20, a vos que debutaste con Borghi hace poquito más de dos años, a vos, al que todos señalan como la gran joyita de la cantera y que pronto valdrá pila de millones. A vos te dieron la 10 que no quiso Riquelme. Ahora vos sos Juan Román Paredes.

Y sos el pibe 10. El pibe al que le adosaron el número más emblemático. Y el que engalanó el futbolista más determinante de la historia del club. Román, desde su casa de Don Torcuato mientras come asado con los amigos, seguro que se habrá puesto felí.

“La 10 ya me la pidieron todos mis amigos, je”, se ríe Paredes, mientras se da vuelta a pedido del fotógrafo para que la casaca que ayer presentó Nike en Tandil (ver aparte) luzca a primer nivel. Los compañeros lo cargan. Y se nota en cuerpo propio, cuando desde una de las habitaciones cae un baldazo de agua que salpica a cronista, fotógrafo y jugador. Pero él no se inmuta. Parece consciente de lo que el destino le puso en el camino y la responsabilidad que le adjudicaron en este 2013.

Bianchi ya había avisado que “salvo que el club tome alguna disposición, la 10 forma parte de las camisetas que tiene Boca y alguien la va a usar”. La elección de Paredes no se vislumbra de pura casualidad. Amén de su posición en la cancha y de su paladar exquisito, al hijo de Daniel y Miriam lo quieren convertir en un hombre. ¿Esto significa que ya ostenta titularidad asegurada? En el diccionario del Virrey resulta imposible encontrar esa definición. Por ahora, lucha cuerpo a cuerpo con Pochi Chávez, pese a que se lo observa con una leve ventaja porque arrancaría de movida, por caso, en el superclásico de Mar del Plata, el sábado 19. Además, el DT suele mantener un trato especial hacia los chicos y pretende que crezcan a su debido tiempo.

Román ya le había entregado su bendición. “No le puedo seguir tapando el lugar”, fue el leit motiv que repitió cuando se dudaba de su continuidad. Suelen hablar por mensaje de texto, lo felicita, lo alienta y lo aconseja. “Es mi máximo referente, mi ídolo. Aprendí un montón de cosas al lado de él”, cuenta Leandro y asume: “Esta camiseta la usaron grandes jugadores. Yo voy a dejar todo, junto a mis compañeros, para el bien de Boca. Eso es lo más importante”.

No le gustan las comparaciones permanentes. Tampoco le gusta escuchar la palabra “heredero”. Pero su talento (y la constante decadencia de nuestra liga) obligan a imaginarlo como el dueño futbolístico del equipo. Su estilo es diferente al de Riquelme: más vertical, con mayor posibilidad de terminar las jugadas por su cuenta y con un remate de larga distancia que asombra por su potencia y dirección. Así juega Paredes, el nuevo pibe 10...

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